¿Cómo ayudar a la iglesia ante las emociones que surgen por la pandemia? | Reflexionando y Actuando en Comunión

[Reflexionando y Actuando en Comunión es parte de una iniciativa de publicaciones que tienen el propósito de bendecir a la iglesia cristiana mediante recursos escritos que promuevan la reflexión y práctica bíblica en diferentes aspectos de la vida personal, comunitaria y social.]

Por Japhet Ramos Díaz

Durante las últimas semanas hemos experimentado muchos cambios en nuestras vidas. La pandemia causada por el COVID-19 ha generado efectos considerables en múltiples áreas como: la salud, economía, política y nuestras maneras de socializar.

Esto atenta evidentemente contra la salud física del individuo. Sin embargo, la  realidad es que este fenómeno también tiene repercusiones a nivel emocional, psicológico y espiritual en nosotros.

Durante este tiempo muchos hermanos en la fe pueden estar experimentando distintas emociones. Por esta razón, debemos preguntarnos, ¿Está permitido expresar nuestras emociones con libertad en medio de la comunidad de fe?  o ¿Brinda espacio el cristianismo para experimentar duda, enojo o tristeza en medio de situaciones como ésta? Aquí, algunas breves respuesta a estas preguntas. 

Las emociones 

La Asociación Americana de Psicología define emociones como un patrón complejo de reacciones que involucra experiencias, conductas y elementos fisiológicos, mediante los cuales un individuo intenta resolver un asunto personalmente significativo [1]. Por su parte, el psicólogo Paul Ekman presenta cuáles son esas emociones básicas: miedo, felicidad, asco, tristeza, sorpresa e ira [2].

Ante la situación que atravesamos podemos experimentar todo tipo de emociones. Sin embargo, en ocasiones se busca relegar nuestras emociones a una experiencia de fe que proyecta exclusivamente emociones positivas y un aparente estado de “victoria”. 

Las emociones son un regalo de Dios. Una herramienta para el florecimiento de la vida. Incluso, surgen debido a nuestra naturaleza como imagen del Creador. Ahora, esto no se limita a aquellas que consideramos “positivas”, sino que abarca toda su diversidad. Cabe resaltar, que desde el lente del cristianismo, el problema no está en qué tipo de emociones experimentamos, sino en nuestras motivaciones y/o la manera en que podemos expresarlas. Tampoco promueve que sean reprimidas, sino re-orientadas y transformadas conforme al amor y la esperanza que el evangelio nos brinda.

Las emociones en la comunidad de fe

Durante este tiempo la iglesia debe contar con espacios para apoyar emocionalmente a otros. Adelante, comparto de forma general algunas prácticas que podrían llevarse a cabo ante situaciones como la que estamos enfrentando: 

  1. Permita expresar las emociones- Durante la historia bíblica constantemente vemos a diversos autores expresar cómo se sienten.  Algunas de estas emociones expresadas son la ira y el coraje. Es común que durante estos tiempos de cambio se puedan experimentar sensaciones de frustración, miedo, duda e inclusive incredulidad. Por tanto, como iglesia no debemos negar que muchos hermanos en la fe, incluyéndonos, pudiéramos estar experimentando estas emociones. Invalidarlas o no dar espacio para  expresarlas, pudiera ser perjudicial para aquellos que las están experimentando. 

  2. Abrir espacio para la duda- Ante situaciones inesperadas, cambios o eventos de crisis, se puede experimentar el cuestionamiento de la fe. Esta situación, en ocasiones, es una respuesta ante un escenario nuevo o inesperado. Utilizar frases como: “no tienes suficiente fe” o “no estás confiando en el Señor”, pudieran provocar reacciones adversas a la fe. Por esta razón, como iglesia debemos ser abiertos al cuestionamiento y no negar esta realidad en la congregación. 

  3. Respetar el duelo- Entre la congregación es muy probable que algún hermano sufra una pérdida. El proceso de manejo de duelo y luto es uno individual. Evitar frases como: “era mejor que Dios se lo llevara”, “ya no sufre más” o “sé lo que se siente”, no son beneficiosas en esta situación. Algunas frases que se pueden utilizar en este momento son: “cuenta con nuestras oraciones” o “estamos aquí para lo que podamos ayudar”. 

  4. Callar ante situaciones que no tenemos respuesta- Habrá situaciones que no tendremos una explicación lógica a un evento. No busquemos ofrecer respuesta por cumplir o racionalizar una situación. Ante este escenario es mejor callar.

    Hace varios días, el teólogo NT Wright publicó un artículo en Times, en el cual mencionó, que tal vez, la iglesia no tiene que decir nada en estos tiempos [3]. De esta manera, abrió un debate acerca del lamento en estas situaciones. Quizás, no seas partidario de su comentario, pero sí te exhorto a no brindar respuestas superficiales ante los eventos que estamos atravesando. De no tener una respuesta concreta, es mejor callar. 

  5. No caer en el positivismo - La situación del COVID 19 afecta de distintas maneras a los miembros de la congregación y la población en general. Algunos de estos efectos pueden ser la pérdida de empleo, muerte de un familiar o complicaciones de una enfermedad. Al brindar un mensaje, proyectemos esperanza, pero no hagamos falsas promesas. 

    El asegurar que todo va a mejorar después que pase esta situación y mencionar  tiempos de abundancia o nuevas oportunidades, podría tener un desenlace negativo. Algunos profesionales de la conducta ya están preocupados sobre el exceso de positivismo en las redes sociales.  Desconocemos el futuro, por esta razón, evitemos verbalizar o proyectar que toda situación va a cambiar o mejorar próximamente. 

  6. Identificar nuestros límites y competencias- Como cristiano he escuchado en muchas ocasiones a algunos ministros, evangelistas o líderes, haciendo expresiones erradas de patologías o personas con diagnóstico de salud mental.  Debemos mantener una ética y respetar las competencias de los profesionales de la conducta humana. Por tal razón, evitemos hacer opiniones sobre diagnósticos o tratamientos de los cuales no hemos estudiado. Asimismo, de identificar a una persona con síntomas de un posible diagnóstico de salud mental, refiramos a un profesional adiestrado y evitemos ofrecer un tratamiento exclusivamente “espiritual” ante esta situación. 

¿Qué podemos hacer en estos momentos por otros creyentes?

El evangelio tiene mucho que brindarnos en situaciones como las que estamos atravesando. Nos dirige a vivir para Dios, mientras vivimos para otros, aún en las dificultades. Aquí algunos principios que nos pueden servir para este propósito:

  1. Mostrar la esperanza del evangelio-  El evangelio nos recuerda el reinado de Cristo. A pesar de la situación que estamos atravesando se nos recuerda que un día la humanidad y la creación  serán redimidas. Cristo sigue en control y reinando a pesar de lo que percibimos; incluyendo las repercusiones en la salud provocadas por el Covid 19.

  2. Actuar con amor y misericordia- Es mostrar un amor sacrificial en estos tiempos, manteniéndonos en nuestros hogares, mostrando empatía y actuando con amor al prójimo y al necesitado. La iglesia debe ser un ente que muestre misericordia y consuelo por las personas que estén atravesando alguna dificultad. 

  3. Brindar compañía- A pesar del distanciamiento físico, la iglesia puede mostrar solidaridad y mantener comunicación con aquellos en procesos de duelo, soledad, enfermedad o cualquier otra situación difícil.   

  4. Ayudar al necesitado- La comunidad de fe puede aportar en necesidades financieras o alimentarias a personas que no cuenten con los recursos. 

  5. Rememorar el sacrificio de Jesús- Es recordar que Cristo venció a los enemigos más grandes del ser humano: el pecado, la muerte y nuestro adversario. A través de los que confían en Él, se ofrece salvación y alegría en su reinado. 

  6. Esperar en Dios- Es acordarse de la providencia y soberanía de Dios. El sigue teniendo control de los eventos y la historia de la humanidad. La iglesia puede confiar en sus bondadosos planes y reposar en su fidelidad a su pueblo. 

Mi intención no ha sido presentar todo lo que abarca este tema. No obstante, espero que las ideas y principios que fueron compartidos puedan ayudar a desarrollar espacios donde reconozcamos la importancia de las emociones dentro de la comunidad de fe y esto, a su vez, sirva como medio para “cumplir la ley de Cristo” al ayudarnos unos a otros en acompañamiento (Gal. 6.2).

[1] American Psychological Association, “Emotion”, APA Dictionary of Psychology, 10 de abril de 2020, https://dictionary.apa.org/emotion 

[2] Paul Ekman, “Basic Emotion” en “Handbook of Cognition and Emotion”, ed. Tim Dalgleish and Mick Power (England: John Wiley and Sons). 

[3] N.T. Wright, “Christianity Offers No Answers About the Coronavirus. It's Not Supposed To”, Time, 29 de marzo de 2020, https://time.com/5808495/coronavirus-christianity/

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El autor (MA Consejería Psicológica) es parte del equipo de plantación de la Iglesia Comunión. Amante de los temas relacionados a la conducta humana. Labora brindando apoyo a comunidades vulnerables.