30 de abril de 2020

Ideas prácticas para la iglesia ante la violencia en el hogar | Reflexionando y Actuando en Comunión

[Reflexionando y Actuando en Comunión es parte de una iniciativa de publicaciones que tienen el propósito de bendecir a la iglesia cristiana mediante recursos escritos que promuevan la reflexión y práctica bíblica en diferentes aspectos de la vida personal, comunitaria y social.]

Por Japhet Ramos Díaz y 

      Wency Bonilla Díaz

Así dice el Señor: ‘Practiquen el derecho y la justicia. 

Libren al oprimido del poder del opresor. 

No maltraten ni hagan violencia al extranjero,

 ni al huérfano ni a la viuda,

 ni derramen sangre inocente en este lugar.

Jeremías 22.3 NVI

La iglesia juega un papel importante ante los problemas de la sociedad. Esto también es cierto en el momento crítico que muchas personas se encuentran durante el distanciamiento social. A pesar de la separación física, e igualmente luego de ella, es necesario que nuestras congregaciones tomen buenas decisiones para el bienestar de nuestros hermanos, hermanas y de nuestro prójimo. 

En las últimas semanas se han agudizado muchos de los problemas ya existentes en nuestro país. Sin duda, la situación del COVID-19, ha tenido un impacto en todas las áreas del individuo. Dentro de nuestro marco social, uno de los problemas más notorio ha sido el alza en la violencia en el hogar. Por ejemplo, a nivel internacional, en España se ha reportado un incremento de 200% en consultas en las páginas web que atienden este tipo de situaciones y en Francia las autoridades tuvieron que habilitar hoteles para hospedar a las víctimas [1]. Estas son señales de la agudización de este fenómeno social.

Por su parte, en Puerto Rico no estamos lejos de la realidad mundial. Los casos de violencia en el hogar han aumentado y en muchas ocasiones no se le presta la atención que merece [2]. Incluso, lamentablemente, dentro de hogares de personas cristianas también surgen este tipo de eventualidades. Negar esto no nos ayuda a atender la situación, sino que lo agrava.

Ciertamente, es bueno y necesario que los creyentes oraremos por esta difícil situación, pero también requiere otras acciones concretas de nuestra parte. Precisamente a esa dirección apunta esta columna. Queremos compartir algunas ideas que sirvan como herramientas prácticas para los líderes, y, a su vez, de orientación a la población general sobre posibles maneras de cómo actuar en esta situación; pero antes, demos un vistazo rápido a qué nos referimos con violencia y a algunos principios que pueden  dirigir nuestro apoyo como iglesias.

La violencia y el  porqué debe ocuparnos

Debemos recordar que cuando hablamos de violencia no nos referimos exclusivamente al abuso físico en una relación. También, la violencia puede manifestarse de diferentes maneras, tales como:

  1. Abuso psicológico 

  2. Abuso emocional 

  3. Abuso económico 

  4. Abuso Sexual

  5. Aislamiento [3] 

Así que los actos de violencia, a través de estos tipos de abuso, buscan denigrar, dominar y violentar la libertad de otro ser humano. Esto ocurre dentro de un contexto de opresión, que puede marcar a las víctimas y producir por un largo periodo de tiempo una diversidad de repercusiones emocionales, psicológicas, sociales, ocupacionales y espirituales, entre otras. En muchos casos, se requiere de ayuda especializada por un profesional (ej. psicológica, consejería, entre otras). 

La iglesia debe interesarse en estos asuntos. La enseñanza cristiana nos provee razones que nos pueden impulsar a considerar esto como parte de la misión. Nuestro propósito no se limita a ejercicios espirituales individuales y privados; a la asistencia a servicios; o exclusivamente a la predicación de la Palabra y la oración. Debemos ocuparnos de aquello que tiene que ver con el bienestar (o “bien-estar”) de los demás y no vivir para nosotros mismos (cp. Fil. 2.4)

Pensemos de forma general en algunas razones que deben motivarnos como cristianos a atender un tema tan crítico y brindar ayuda de forma apropiada, conforme a las competencias que tengamos.

  1. La ley de Dios- el cristianismo, a través de la narrativa bíblica habla sobre la violencia. Se cataloga como un acto pecaminoso que denigra al ser humano, creado a imagen y semejanza de Dios (cp. Gen. 1.27; 9.6). Esto viola la ley de Dios, puesto que no es una representación del carácter amoroso del Creador (cp. Ex. 20.13; Mat. 5.22; Ef. 5.1) y de la libertad.

  2. El amor como motor de nuestra misión- somos responsables de transmitir el amor que Dios ha depositado en nosotros (cp. Rom. 5.5.). Este debe ser el motivo por el cual debemos servir a otros (Gal. 5.13c) y procurar su mayor bienestar (6.10). 

  3. La promoción de justicia- no sólo debemos amar, sino promover el buen trato y las relaciones correctas; esto es parte de hacer justicia (cp. Miq. 6.8; Isa. 1.17; 1 Juan 3.10). Por lo tanto, debemos procurar que entre los nuestros y en aquellos que Dios ha puesto a nuestro lado, que también son nuestro prójimo, puedan disfrutar de los beneficios de una vida conforme la ley del amor y la libertad (cp. Rom. 13.8,10; Sant. 2.8-12).

  4. La atención a los oprimidos- de manera especial, Dios aboga por aquellos que experimentan violencia (Sal. 103.6). De igual manera, espera que impulsados por el amor y la justicia hagamos lo mismo y nos opongamos a cualquier tipo de expresión de opresión (Jer. 22.3).


“La voluntad de Dios para los creyentes abarca que vivamos para Él por medio del servicio a otros, inclusive en sus momentos de crisis.”

Esta son algunas razones generales por las cuales la iglesia no debe aprobar, ni validar, ningún acto de violencia hacia ninguna población, sin importar el tipo de relación que sea (ej. de pareja, padre/hijos, vecinos, otras). Debe defender la integridad y la salud de todo ser humano. Frente a situaciones como éstas, entendemos que como iglesia debemos hacer contraste del individualismo de nuestras culturas y ser diligentes en caso de conocer de alguien bajo algún tipo de violencia.  

¿Qué podemos hacer?

Ante la realidad de la violencia en hogares de nuestro Puerto Rico (y también fuera de ellos), nos debemos preguntar cómo podríamos responder como iglesia. Reiteramos que es muy importante aquellas herramientas que los cristianos tenemos como parte de los recursos que llamamos "espirituales". La Escritura brinda fortaleza, consuelo y sanidad; y la oración por y con quienes sufren de algún tipo de violencia, es útil ante estas situaciones. Confiemos que Dios obra aún por encima de la maldad humana. Esto nos ayuda a recordar que una vida diferente es posible gracias al amor que hace posible el evangelio; que las experiencias de violencia no son la última palabra y un mejor porvenir es posible. 

Por otro lado, frente a estas experiencias de crisis, se requiere que tomemos acciones responsables que ayuden a que los involucrados puedan tener bienestar y seguridad. Adelante algunas ideas, que podemos considerar como maneras de amar y hacer justicia por las personas que están pasando algún tipo de maltrato en una relación de violencia:

  1. No culpabilizar a la víctima - evitemos juzgar o señalar a la persona que ha sido agredida. Algunos comentarios que no deben utilizarse son: "¿Por qué no has terminado la relación?" o "Es que tienes un caracter muy fuerte."  Este tipo de alusiones laceran más a quienes han padecido esta situación. 

  2. Crear la versión contada- no debemos poner en duda la situación que la  víctima pueda estar contando. En ocasiones, el agresor puede ser una persona que no imaginamos tenga ciertos tipos de conducta. Sin embargo, esto no debe ser razón para negar o minimizar esta situación.

  3. Ofrecer recursos de ayuda-  muy importante, que los líderes, compartan algunos pasos o medidas que pueda tomar la víctima en esta situación. Tenga a la mano recursos de ayuda y conozca el procedimiento que se debe llevar ante una acusación de violencia. 

  4. Acompañar en el proceso- es posible que la víctima de violencia se sienta insegura, con miedo,  indecisa o sola para tomar la decisión de buscar ayuda.  De ser necesario, acuda con la persona o identifique a alguien de confianza (autorizada por la víctima) para que la acompañe en el proceso.

  5. Mantener la confidencialidad- proteja la información que le sea otorgada. No divulgue con nadie la situación de no ser necesario y en caso que ella no lo apruebe. 

  6. Referir de ser necesario- de usted poder notar algunos indicadores o necesidad de intervención profesional en las cuáles no está capacitado, refiera a un profesional con las competencias necesarias. 

  7. Crear redes de apoyo-  las redes de apoyo pueden brindar compañía, cuidado y favorecer las condiciones para cambiar la situación [4].

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Palabras finales e invitación

Durante este tipo de situaciones es necesario que como iglesia se practiquen altos estándares éticos y que nuestra ayuda sea dirigida por el evangelio. Confiemos que la obra de gracia del Espíritu Santo, a través del pueblo de Dios, ayudará a que las personas puedan ser restauradas. 

Reconocemos que este tema es uno amplio y complejo. Por límite de espacio no se ha hablado lo suficiente. Por esa razón, y por la necesidad de que haya oportunidades en las comunidades de fe donde se hable al respecto, la Iglesia Comunión ha coordinado un foro titulado La Violencia en el Hogar: Perspectiva Pastoral y Profesional. Con el propósito de  abordar algunos de los aspectos principales del tema, contaremos con la participación del pastor plantador de la Iglesia Comunión Juan José Cotto; Japhet Ramos Díaz, Psicólogo con especialidad en Consejería; la Dra. Lymarie Ramos, Psicóloga Clínica; y  Shatzei Rodríguez, Trabajadora Social Clínica.  Esto será el sábado, 2 de mayo de 2020 a las 7:30 pm , por medio de la plataforma "ZOOM". Te invitamos a que te unas a este evento y participes. Síguenos en Facebook para más información.


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Japhet [autor] (MA Consejería Psicológica) es parte del equipo de plantación de la Iglesia Comunión. Amante de los temas relacionados a la conducta humana. Labora brindando apoyo a comunidades vulnerables. 

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Wency [co-autor] (BA Trabajo Social) también es parte del equipo de plantación de la Iglesia Comunión. Trabaja como parte de la facultad de un programa académico del sector de salud. Está casado con Nilmary López.


[1] UNOTV.COM, “ONU señala aumento de violencia de género durante cuarentena por COVID-19”, 9 de abril de 2020, https://www.unotv.com/noticias/portal/internacional/detalle/onu-senala-aumento-de-violencia-de-genero-durante-cuarentena-por-covid-19-387244/.

[2] Cybernews, “Levantan bandera por alza en casos de violencia de género durante emergencia de COVID-19”, NotiCel, https://www.noticel.com/ahora/20200330/levantan-bandera-por-alza-en-casos-de-violencia-de-genero-durante-emergencia-de-covid-19/.

[3] Lenore E. A. Walker, “The battered woman syndrome”, (New York: Springer Publishing Company, 2017).

[4] Helen Hernández, “El apoyo a las mujeres violentadas requiere redes efectivas”, 27 de noviembre de 2014, https://amecopress.net/El-apoyo-a-las-mujeres-violentadas-requiere-redes-efectivas.